El que se conoce ya como ‘el caso Weinstein’, que ha sacado a la luz décadas de presunto acoso sexual por parte del productor de cine Harvey Weinstein (contra el que la Policía de Nueva York ha abierto una investigación), no solo ha sacudido los cimientos de Hollywood y de la industria del cine. La difusión del caso ha removido además la conciencia global contra estos delitos machistas, con la reactivación de campañas como #MeToo, y podría haber sentado las bases para erradicar definitivamente esta lacra que aún sufren muchas mujeres, desde Hollywood hasta el mundo del arte en general, con centenares de profesionales que han denunciado acoso en el sector. Además, la situación se repite en el cine español y ha llegado incluso al Parlamento Británico. Las víctimas pierden el miedo y la denuncia colectiva que no deja de crecer podría dar pie a una transformación sin marcha atrás.
Todas somos ‘MeToos’
El giro operado en estas semanas respecto al acoso sexual no hace más que extenderse. Una de las muestras ha sido el discurso de Rose McGowan durante la Women´s Convention celebrada a finales de octubre en Detroit.
Tras décadas de silencio, la directora y actriz, que suma participaciones en proyectos como Scream o Embrujadas, ilustró con sus palabras cómo esa etapa no tan lejana -la de las víctimas de acoso guardando silencio sobre los delitos sufridos- está sino acabada, sí próxima a su fin.
“Nos oiréis rugir”, se puede escuchar en un momento del discurso, que arrancó con un ilustrativo “todas somos ‘MeToos’. “Lo que me pasó detrás de la escena”, con Weinstein, “nos pasa a todas en esta sociedad», apuntó sobre la magnitud del problema. “Vine”, continuó la actriz, “para ser la voz de todas a las que nos dijeron que no éramos nada. (…) ¡Ya está bien! Decídlo, avergonzarles, ponedles nombre; uniros a mí, uniros a todas nosotras para que amplifiquemos nuestras voces”.
Adiós al silencio ante el acoso sexual
Y esa pérdida del miedo a la que llamaba McGowan ha empezado a calar, en Estados Unidos, pero también en el cine español, en el que se habla públicamente de estos delitos; una lacra enquistada que no entiende ni de países ni de sectores.
Así, mientras que la cifra de mujeres que han denunciado desde tocamientos no consentidos hasta agresiones sexuales contra Weinstein sigue creciendo y se suma por decenas, la llama prende en más cámpos. En España, no son pocas las actrices que han expresado, en voz alta, situaciones semejantes, a las que se han visto sometidas durante su carrera por el hecho de ser mujeres.
Así, actrices como Leticia Dolera han alzado su voz contra un asunto que se extiende a todos los ámbitos. “El patriarcado está por todos los sitios”, apuntaba al hilo la intérprete recientemente, tras desvelarse otro presunto acoso, en este caso de un inspector de trabajo. Pero son muchas más las que se han querido sumar a la denuncia de hechos como estos, como Carla Hidalgo o Aitana Sánchez-Gijón, entre otras.
Del cine a la política
Pero el escándalo sacude también la política. Y es que las denuncias se han extendido a este terreno, Parlamento Británico incluido. El viceministro de Comercio Exterior o el diputado laborista Hallam Jared O´Mara han sido algunos de los señalados por hechos de esta naturaleza.
De hecho, el propio ministro de Defensa británico, Michael Fallon, dimitió el 1 de noviembre después de que trascendiese que había tocado la rodilla a una periodista sin su consentimiento. “El comportamiento sexual no consentido es inaceptable en cualquier ámbito de la vida. Debemos acabar con esto”, trasladó en su cuenta de Twitter la primera ministra Theresa May.
Así, mientras allí se exige la puesta en marcha de medidas para acabar con la “cultura del acoso sexual”, en palabras del portavoz de la Cámara de los Comunes, John Bercow, entre las víctimas sobresale una llamada. “Es momento de ser valientes”, apeló Rose McGowan desde Detroit para, así, lograr que «el paradigma se invierta». Y, tras demasiado tiempo de oscuridad, la luz al final del tunel para erradicar el acoso sexual contra la mujer, ya se atisba.