Un canguro para nuestros hijos. Una profesional que se haga cargo de nuestras personas dependientes. Alguien que se encargue de pasear a nuestras mascotas. Estos servicios podemos contratarlos a personas ajenas a nuestra familia por las cada vez más absorbentes jornadas laborales. No obstante, todavía es frecuente que este tipo de labores sean el quebradero de cabeza de las mujeres. Datos positivos: aumenta (aunque ligeramente) el porcentaje de hombres que se acoge a la conciliación.
Pese a los evidentes avances en materia de igualdad y conciliación, todavía hay mucho camino por recorrer. El cuidado de un niño suele derivar en que la mujer trabajadora pida reducción de la jornada laboral para poder atenderle. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y el grupo Manpower, el número de hombres que solicitaron reducción de la jornada para cuidar de sus hijos subió hasta un 3% a finales de 2014 (era solo de un 1% en 2008). Una conciliación todavía muy lejos de la igualdad.
Este porcentaje se refiere a hombres de entre 25 y 44 años, y la lectura positiva es que, si analizamos el grupo de edad entre los 25 y los 34 años, el porcentaje sube hasta un 5%. Señal de que las generaciones de padres más jóvenes están más educados y concienciados en materia de igualdad (cinco veces más que en 2008).
Tener hijos sigue siendo una gran lacra profesional para las mujeres, que se ven obligadas a tener que elegir entre seguir una carrera de éxito o dedicarse al cuidado de sus retoños. No ocurre así con los hombres, porque la sociedad todavía «presupone» que el hecho de tener hijos no les hará flaquear en su carrera profesional.
Un cambio de conciencias es necesario para que dicho cuidado se asuma como responsabilidad de ambas partes. Y por ello pasa que las empresas se acojan y ofrezcan políticas de conciliación para ambos sexos. Manpower ha lanzado el mensaje de que, si continúa la tendencia al alza de hombres que piden la conciliación, será necesario adaptarse a la nueva realidad y «fidelizar el talento».
La Cambra de Comerç de Catalunya ha puesto cifras económicas: una mujer preparada que abandona o aparca su carrera profesional para cuidar de sus hijos supone un desperdicio de mil millones de euros anuales para la sociedad. Por no hablar de las consecuencias psicológicas a largo plazo que puede suponer para la mujer. Por eso, es importante abogar por un cambio de modelo social donde el cuidado de los hijos se asuma como responsabilidad de ambas partes.