
He leído en la prensa un artículo de lo más curioso. Se trata de un “curso para abuelas” en Plasencia (Cáceres). Deben de haber pensado que, ya que es un hecho que las abuelas se están encargando de la crianza de sus nietos y nietas porque sus padres trabajan largas jornadas, se imponía darles un cursillo de reciclaje. Ya sabéis: los pañales de ahora son desechables y los de antes se lavaban, ahora existen siete cremas distintas para cada parte del cuerpo, las dosis de los biberones hay que medirlas al milímetro, etcétera, etcétera. Les enseñan ¡hasta cómo actuar ante una rabieta!, que digo yo que ésas sí deben de ser igual que las de antes.
Hace algunas semanas leí algo parecido en la provincia de Sevilla. La organización valoraba positivamente este taller porque gracias a él “se ha creado un lugar de encuentro entre las abuelas que tienen como responsabilidad cuidar a sus nietos/as, y facilitar el intercambio de experiencias entre ellas, así como les ha permitido aumentar su autoestima, y mejorar su autopercepción como cuidadoras”. De hecho, tan buena fue la experiencia que han decidido constituir la Asociación de Abuelas Cuidadoras “Clara Campoamor” de Cazalla de la Sierra. Obsérvese que la palabra “nietos” va acompañada de su derivación femenina, pero en la palabra “abuelas” no aparece el masculino por ninguna parte.
En ambos casos, me chocan dos cosas: primero, el hecho en sí de que existan estos talleres (no valoro sin son útiles o no, es sólo que desconocía su existencia), y segundo, el que sólo se dirijan a abuelas y no a abuelos. La mayoría de nosotros podríamos pensar que si hay alguien que no necesita lecciones en cuanto a la crianza (la tienen de más hijos y con menos medios que ahora), son precisamente las abuelas, aunque quizá sí que necesitan familiarizarse con usos y costumbres (cambiadores, bodies, cierres de seguridad de tantas cosas…) que les resultan extraños.
Lo que me cuesta más comprender es por qué se excluye a los abuelos de esta formación tan específica. ¿No la necesitarán más que ellas? ¿Se quiere dar a entender que no se conocen casos de abuelos que atiendan a sus nietos? ¿No se está perpetuando así el rol de las mujeres-cuidadoras? ¿No estamos repitiendo los patrones que han llevado a las mujeres a echarse sobre la espalda el trabajo de la crianza en solitario y que a la vez han privado a los hombres del disfrute de la ternura y de la cercanía de los niños y niñas?
A veces las buenas intenciones desenfocan los objetos.
1 Comentario
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Me encanta leerte Celia …. y te doy la razón en cuanto a que privar a los abuelos, a priori, de la posibilidad de ir a dichos cursos, es dar por hecho que no quieren ir o, que no tienen nada que aprender. Lo habrán hecho con la mejor intención pero sin duda deben invitarlos a ellos también.