La corresponsabilidad aún no se ha conseguido. Los datos lo dejan claro. Aunque el 46% de las parejas creen que comparten las tareas, la realidad no es así. Según el Instituto Nacional de Estadística, el tiempo que las mujeres dedican a trabajos del cuidado y del hogar duplica al de los hombres. Ellas destinan 26,5 horas a la semana, frente a las 14 horas de ellos.
Los hombres aún no se han implicado, en la misma medida que las mujeres, en el cuidado del hogar y la familia. Esa falta de reparto en las tareas domésticas lleva a que sean las mujeres quienes sigan haciendo dobles jornadas laborales, con las consecuencias que ello conlleva para su salud física y mental.
A nivel físico, es frecuente el cansancio generalizado, dolores y, sobre todo, determinadas enfermedades que se producen a largo plazo. A nivel psicológico, destaca la carga mental que supone para ellas tener que gestionar las tareas y las preocupaciones del hogar y del empleo. Un estrés que si se prolonga en el tiempo puede tener graves consecuencias.
¿Qué es la carga mental?
El concepto fue descrito por primera vez por la socióloga Susan Walzer, en 1996, en su estudio “Thinking about the baby”. Es el síndrome de las mujeres que viven abrumadas por el cúmulo de responsabilidades de su vida cotidiana: hacer la compra y pensar qué comer cada día, acordarse de pagar a tiempo las facturas, acudir a las reuniones del AMPA, estar pendiente de las citas médicas, preparar el disfraz de Carnaval… Un par de ejemplos: el 73% dice que son ellas las que se encargan de hacer habitualmente la lista de la compra y el 80% asegura que solo ellas saben cuándo es necesario poner una lavadora.
Un esfuerzo que hasta hace bien poco no se tomaba en consideración, a pesar de ser el causante, en muchas ocasiones, del aumento de los niveles de estrés y ansiedad.
Un trabajo invisible, sin remuneración y poco valorado que pesa a muchas mujeres. Tanto, es así, que ni durmiendo las mujeres se desprenden de esa carga mental.
Conlleva a problemas de sueño
La mayoría de las mujeres acarrean esta carga mental, que inevitablemente repercute en su descanso. Así lo refleja un estudio sobre la calidad del descanso diario, realizado por Womenalia, en el que han participado más de 1.200 mujeres de toda España. A las participantes se les preguntó en qué suelen pensar mientras concilian el sueño. La mayor parte dijo que aprovecha para organizar los planes del día siguiente y repasar lo que ha sucedido durante la jornada.
Aumenta con la maternidad
Son muchas las que sufren esta carga continua. El 71% de las mujeres sufren carga mental. Frente a ellas, solo el 12% de los hombres lo experimentan. En el caso concreto de España, 3 de cada 4 mujeres sufre carga mental, aunque un 40% de ellas desconoce el concepto y el 45% nunca ha hablado con nadie de este asunto.
El dato aumenta al 91% si son madres. Las mujeres asumen así en mayor medida la educación de la infancia y del mantenimiento del hogar. El 78% de ellas, sienten que solo ellas se acuerdan de los festivales, cumpleaños, disfraces, deberes… El 70% dice que es a ellas a quien directamente acuden los hijos cuando necesitan algo del día a día. Y el 65% indica que solo ellas están en el chat del colegio.
Continúa en el espacio online
A ello se añaden los grupos de Whatsapp del colegio. En este sentido, la presión es continua para planificar, organizar y decidir todas las tareas que conlleva el cuidado de las hijas y los hijos en relación a la escuela, los deberes, los cumpleaños…
La renuncia
Toda esa carga continua de trabajo hace que las mujeres tengan que renunciar al tiempo libre y que tengan más dificultades en el empleo. Reducción de la jornada labora, excedencia o abandono del trabajo son algunas de las consecuencias más directas.
Las personas expertas en psicologías alertan del riesgo para la salud. Según aseguran, aguantar a la larga tantas tareas puede ocasionar algo más que agotamiento y estrés crónico. Lo mejor sería conseguir un mayor reparto de tareas en el cuidado del hogar y la familia, cambiar las mentalidades para una mayor implicación y aprender a delegar.
Jéssica Murillo, periodista experta en igualdad e intervención en violencia de género