Año tras año, se celebra el día de San Valentín. Y, año tras año, las mismas frustraciones, tristezas y desesperación se apoderan de un gran número de personas, tanto solteras como emparejadas. ¿El motivo? Los mitos del amor romántico.
Hemos crecido en una sociedad que nos ha inculcado que el status ideal de la persona es la pareja. Para mucha gente, las chicas son princesas y necesitan ser rescatadas y mantenidas. Por otro lado, los chicos son valientes, protegen y rescatan a su amada de todos los peligros y la mantienen con todo tipo de comodidades. Se dice que el amor es el arma más poderosa porque todo lo puede.
Pero tomando como base el origen de la conmemoración de este día, nos damos cuenta de que son auténticos mitos del amor romántico irreales que lo único que provocan es infelicidad. Te contamos algunos.
Los mitos del amor romántico que se repiten una y otra vez
Celebración del día de San Valentín
Ni se sabe con certeza quién fue San Valentín, ni en su origen se celebraba el amor. Tuvo sus inicios en una fiesta pagana que homenajeaba la fertilidad y el comienzo de la primavera. Se festejaba en Roma, y su nombre era Lupercalia.
Pero el papa Gelasio I la prohibió y la reconvirtió en una festividad cristiana. Pero claro, para ello era necesario un santo, y el escogido fue San Valentín. El problema es que no se sabe a ciencia cierta quién fue realmente este hombre. De hecho, existieron tres mártires con dicho nombre.
Por tanto, no tuvo connotaciones románticas hasta que un escritor inglés, Geoffrey Chaucer, en 1382, escribió un poema en el cual se definía este día como una festividad para los enamorados.
Aunque su verdadero apogeo llegó con la revolución industrial. Ahí fue cuando descubrieron lo rentable que resultaba producir tarjetas en serie para este día. ‘Muy romántico’, ¿verdad?
Media naranja
Basado en la mitología griega y expuesto por Platón en una de sus obras denominada El Banquete, ha trascendido hasta nuestros días este mito, sorprendentemente.
Pues bien, no somos personas separadas por Júpiter. Somos seres enteros a los que no nos falta absolutamente nada. En todo caso, nos sobra, y por eso lo quieren compartir con otra persona.
Y no, tampoco estamos predestinados. Piénsalo, según la edad que tengas o el momento de tu vida, el perfil que buscas de pareja cambia porque evoluciona contigo. ¿Un poco raro que existiera una única persona en todo el planeta que además evolucione exactamente igual que tú?
Celos y exclusividad
¿En qué cabeza sensata cabe que una persona es propiedad de otra? Por mucho que Cincuenta sombras de Grey lo ponga de moda: tú eres mía – dice el protagonista masculino. Pues no, nadie es de nadie. Una pareja es una persona y no una cosa, no es una pertenencia.
Y tanto los celos como ese sentimiento de exclusividad, solo son el reflejo de una inseguridad enfermiza mediante la cual, como la persona no puede destacar, anula y hunde a la otra para tenerla sometida y que solo tenga ojos para su pareja.
Por cierto, y en referencia a ese libro y película: el chico malo no es el mejor. No somos las heroínas delicadas que lo van a cambiar al enamorarse de nosotras. Tampoco lo vamos a reconvertir y transformar su vida. Los malos son malos, y cuanto más lejos, mejor.
Ella es una princesa y él es el príncipe
La verdad que esos roles son tanto un rollo para ella como para él. En la vida real, la pareja se rescata mutuamente, ambos se ayudan, aplican la inteligencia emocional, el respeto, contribuyen a la economía aunque no trabajen fuera de casa… En definitiva son un equipo.
Así que se acabó esperar a que el chico se encargue de todo, ya que las chicas también tienen multitud de habilidades. Y a ellos también les afecta tener el rol de ser el manitas, el que todo lo arregla, el protector… Cuando muchas veces esas facetas se les dan mejor a ellas. Además, cargar con esa responsabilidad agobia bastante, ¿no?
Estos son algunos de los mitos del amor romántico, aunque hay más. Pero no olvides que para amar de verdad, primero hay que empezar por una/o misma/o.