Además de la tasa de paro que afecta especialmente a las personas con discapacidad, las mujeres se enfrentan también a la brecha salarial. Una doble discriminación que sufren más de dos millones de mujeres en España.
Doble discriminación para las mujeres con discapacidad
La situación laboral de las mujeres con discapacidad es doblemente discriminatoria. Por un lado está la complicación que tienen en general las personas con discapacidad para encontrar trabajo. El último informe del INE (Instituto Nacional de Estadística) anunciaba que un 24% de las personas con discapacidad en España están en el paro. Un porcentaje de la población activa muy importante, teniendo en cuenta que el 6% de la población tiene algún tipo de discapacidad reconocida. En total, 3,8 millones de personas, la mayoría mujeres (2,3 millones frente a millón y medio de hombres con discapacidad).
Los datos muestran que la tasa de actividad de los hombres sin discapacidad es del 83,3%, mientras que la de las mujeres sin discapacidad del 72,1%. Por su parte, la tasa de actividad de los hombres con discapacidad es del 34,6%, mientras que las mujeres es muy similar (un 33,3%). ¿Esto significa que no hay diferencias de género a la hora de acceder al empleo para las personas con discapacidad? Ni mucho menos. Para ver cómo afecta el machismo a las mujeres, hay que centrarse en el acceso al mercado laboral, que afecta por igual a las féminas con o sin discapacidad.
Menos empleo
Mirando más de cerca, se ve que la diferencia a la hora de acceder a un puesto de trabajo es claramente amplia entre los hombres. La tasa de empleo de los hombres con discapacidad superó en 1,4 puntos a la de las mujeres. Para el resto de la población de 16 a 64 años, la diferencia fue de 12,4 puntos. Por su parte, la tasa de paro de las mujeres con discapacidad fue superior a la de los hombres en 1,2 puntos. Para las mujeres sin discapacidad fue mayor en 3,7 puntos. Por estos datos, podemos hablar de una doble discriminación: por ser mujer y tener discapacidad.
Una brecha de género similar a todas las mujeres
La discapacidad, que puede tener muchos niveles, puede ser congénita o sobrevenida, tiene consecuencias físicas y sociales. Pero el machismo, independientemente de las circunstancias de la persona, es exclusivamente social. Desde Ilunion, han recogido en un informe como estas dos discriminaciones se cruzan y afecta doblemente a la mujer con discapacidad. Por un lado muestran como la presión por tener discapacidad afecta prácticamente igual a hombres que a mujeres, aunque la brecha de género se mantiene.
Por ejemplo, el salario medio anual bruto de las personas trabajadoras por cuenta ajena sin discapacidad fue en 2018 de 26.923 euros, con una brecha de género de más del 21%. Pero, en el caso de las mujeres y hombres con discapacidad, el salario medio es de 21.339 euros para los hombres y de 17.731 euros para las mujeres. Es decir, las mujeres con discapacidad cobran una media de 16% menos que los hombres con discapacidad.
Consumo, otra barrera para las personas con discapacidad
Además, el informe de esta empresa reconoce el empleo como factor esencial determinante del bienestar de las personas con y sin capacidad, así como las necesidades, demandas y expectativas de las personas con discapacidad en relación con su condición de consumidoras. Un aspecto importante en el que también existen barreras. De hecho, apuntan, seis de cada diez personas con discapacidad encuestadas gastarían más en alimentación, vestido y peluquería si las dificultades de compra desaparecieran.
Estas barreras son diferentes según el producto que se quiera adquirir. Por ejemplo, para las mujeres sin discapacidad es más difícil el proceso de consumo de servicios de ocio, cultura y deporte, mientras que es al contrario en los servicios turísticos. En cambio, cuando hablamos de discapacidad, son los hombres los que tienen más dificultades en el consumo de ocio, cultura y deporte y servicios turísticos. Las mayores diferencias por sexo se encuentran en el consumo presencial de servicios financieros para las personas con discapacidad, donde los hombres con discapacidad muestran una valoración significativamente peor que las mujeres con discapacidad.
La violencia de género, lacra para todas
Como se ha comentado, mientras que las dificultades por la discapacidad pueden provenir de lo fisiológico o de los social, cuando hablamos del machismo proviene solo de lo social. Desde el Instituto de las Mujeres reconocen que las mujeres con discapacidad “pueden verse sometidas a un doble proceso de discriminación que influye negativamente en su propia percepción y en su capacidad de autodeterminación y libertad”. Según una investigación de la misma institución, los mandatos de género afectan de manera muy especial a estas cuando se habla de violencia de género. “Las participantes de este estudio han referido haberse sentido discriminadas, en primer lugar, por su condición de discapacidad, en segundo lugar, por ser mujeres y, en tercer lugar, por su aspecto físico”.
Según la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019, la prevalencia de la violencia de género en cualquiera de sus formas es más elevada entre las mujeres con discapacidad acreditada igual o superior al 33% que en las mujeres sin discapacidad. Por ejemplo, el 20,7% de las mujeres con discapacidad acreditada ha sufrido violencia física o sexual de alguna pareja a lo largo de sus vidas frente al 13,8% de las mujeres sin discapacidad acreditada. También se ha hecho visible la esterilización forzosa.
Por este motivo, tanto en lo laboral como en lo personal-afectivo, la doble discriminación que sufren las mujeres con discapacidad está íntegramente ligado a lo social. Está en la mano de toda la ciudadanía que estas barreras y violencias acaben en esta misma generación.
Laura L. Ruiz, periodista especializada en igualdad