Analizamos el código de autorregulación que el Ministerio de Consumo y el sector ha puesto en marcha con el objetivo de erradicar los anuncios sexistas o los estereotipos entre las niñas y los niños.
Código de autorregulación de la publicidad
“Las niñas y niños, al igual que el resto de la ciudadanía, tienen derecho a ser informados sobre los productos que les interesan y perciben la publicidad como parte de su vida cotidiana”. Así arranca el código de autorregulación de la publicidad infantil de juguetes que desde el 1 de diciembre de 2022 entra en vigor. Se trata de una medida puesta en marcha por el Ministerio de Consumo, la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ) y Autocontrol. El objetivo, en palabras del ministro Alberto Garzón, es que los anuncios de juguetes sean “más igualitarios, veraces y constructivos, aspectos fundamentales para la protección y desarrollo de la infancia”.
El nuevo código de autorregulación sustituye al último de 2015 y está compuesto por un total de 64 normas deontológicas. Para aplicar este código, se está poniendo en marcha un curso de formación. Lo que se busca es que el sector se comprometa a respetar el desarrollo, ejecución y difusión de sus campañas y mensajes publicitarios dirigidos a menores de 15 años, con especial atención a la franja de 0 a 7 años por su mayor vulnerabilidad. Se trata de un paso más para dejar claro un mensaje: no todo vale en la publicidad infantil de juguetes. Igual que en su momento lo hizo la huelga de juguetes.
Contra la sexualización y los estereotipos
El Ministerio de Consumo destaca, entre las novedades, las medidas que buscan promover y fomentar una imagen plural, igualitaria y libre de estereotipos de los menores. Entre ellas, está la prohibición de caracterizar a las menores con connotaciones sexuales. “La publicidad infantil de juguetes no presentará en ningún caso escenas sexuales, ni caracterización de los menores con connotación sexual, ni un lenguaje obsceno, ni escenas que hagan referencia a conductas adictivas, ni que fomenten la discriminación por cualquier motivo: etnia, discapacidad, género…”
Respecto a evitar la asociación exclusiva de juguetes que reproduzcan roles, el código establece que los mensajes deberán evitar los sesgos de género y fomentar una imagen plural e igualitaria de los roles que puedan tomar. Roles como los cuidados, el trabajo doméstico o la belleza asociados a las niñas, y de acción, actividad física o tecnología con los niños, deberán evitarse para facilitar la libre elección.
Relacionado con la igualdad de género, el código también especifica que no se presenten los juguetes con la indicación expresa o tácita de que son para uno u otro sexo. Eso incluye el estereotipo de usar el rosa o tonos pasteles como color para niñas y el azul o los colores fuertes para niños. El lenguaje inclusivo deberá estar presente en todas las comunicaciones y la publicidad deberá fomentar el consumo saludable y sostenible.
Aplicaciones y valores
La guía también vela porque las informaciones publicitarias no conduzcan al engaño o falsas expectativas. Por otro lado, los anunciantes deberán presentar las aptitudes que los productos son capaces de fomentar en los y las menores, como la creatividad, la empatía o la sociabilidad. También regula la presencia de personajes conocidos y trata de evitar que cualquier publicidad dé el mensaje de que la adquisición de un juguete implica mayor cariño o aceptación social.
Las tecnologías y su avance en los juguetes hace que el código también lo tenga en cuenta. Concretamente, prohíbe expresamente la publicidad dirigida a través de los dispositivos móviles a menores de 14 años. Si los juguetes llevan aparejadas aplicaciones móviles, estas deben reflejar cuál es la edad recomendada para su uso.
Así, con todos los agentes remando en el mismo sentido, este código dice que no todo vale en la publicidad infantil de juguetes. Autocontrol tiene un jurado que se encargará de resolver eventuales reclamaciones que pudieran presentarse por incumplimiento de las normas éticas contenidas en el mismo.
Laura L. Ruiz, periodista experta en igualdad